Por Lucio Valdez Velázquez
Es innegable que los adelantos tecnológicos en nuestro mundo, en muchas ocasiones superan a nuestra imaginación. Los medios digitales han tenido mucho que ver en esta vorágine de temas tecnológicos que hoy existen en la humanidad.
En este sentido, en el presente artículo se abordan temas de esta naturaleza, los cuales cada vez tienen mayor relevancia para nuestro entorno en materia de Prevención de Operaciones con Recursos de Procedencia Ilícita. Por ejemplo, hoy en día, se hace alusión en múltiples foros al ciberespacio como un nuevo metaespacio, dentro del cual se encuentran una multiplicidad de individuos, todos ellos con la capacidad de efectuar diversos tipos de acciones y por ende con la necesidad de contar con al menos una identidad para poder efectuarlas.
Se dice que el ciberespacio es una realidad virtual, es decir no se trata de un ambiente físico donde las cosas puedan tocarse, más bien es una construcción digital desarrollada a través de ordenadores. Fue el escritor canadiense-estadounidense William Gibson quien acuñó la noción de ciberespacio, utilizándose por primera vez en un relato de 1981 y luego ayudó a popularizar a través de “Neuromante”, una novela de ciencia ficción que publicó en 1984 y que obtuvo el Premio Philip K. Dick, el Premio Hugo y el Premio Nébula[1].

En la actualidad, éste concepto también se le asocia a internet como sinónimos, es decir todo aquello que se desarrolla en Internet a través de sitios web, correos electrónicos, redes sociales, etc., sin embargo, es más correcto entenderlos de forma jerárquica. Podemos pensar que Internet se encuentra en el ciberespacio, que el gran conjunto de páginas y aplicaciones a las que accedemos desde nuestros dispositivos se alojan en este dominio infinito e intangible, donde también tendrán lugar experiencias futuras que no forman parte del concepto de Internet, como por ejemplo, el hecho de que éste es un sitio donde prevalece la autorregulación y la “armonía” entre los diferentes actores que interactúan en dicho espacio, pero que en realidad requiere de controles que apliquen para equiparlo al mundo de lo físico, donde el derecho impondrá reglas de convivencia que “armonicen” la vida de los seres de este planeta.
No obstante, para “armonizar” en este mundo digital, las personas requieren de tener una identidad y esta puede ser diversa a la que comúnmente se conoce en el mundo físico. La identidad como se le ha venido tratando, se conforma por el nombre y apellidos, fecha de nacimiento, domicilio, sexo y en algunos casos se adiciona el grado de estudios. En países como Argentina, España, Honduras y Perú, las personas cuentan con un documento nacional de identidad; en Bolivia, Chile, Costa Rica, Ecuador, Nicaragua, Uruguay, Paraguay y Venezuela, las personas cuentan con cédulas de identidad[2]. En dichos países, estos documentos se consideran el medio de identidad por excelencia.
En el caso de México, no tenemos un documento de tal naturaleza, sin embargo, contamos con: la Clave Única de Registro de Población (CURP), la Credencial para Votar expedida por el Instituto Nacional Electoral (INE), el Registro Federal de Contribuyentes (RFC), pasaporte, cartilla de servicio nacional militar, cédula profesional, tarjeta única de identidad militar, la tarjeta de afiliación al Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores; las credenciales y carnets expedidos por el Instituto Mexicano del Seguros Social, licencia para conducir, el certificado de matrícula consular, las credenciales emitidas por entidades federales y estatales, y las demás que en su caso apruebe las autoridades competentes.

Si trasladamos los elementos que en el mundo físico tenemos para conformar la identidad a la identidad digital, es muy probable que esta sea mucho más amplia, ya que depende del mundo de acciones que se realicen o concreten en el ciberespacio.
En este sentido, tenemos que esas diferentes acciones que realizamos en el mundo físico, la tecnología nos ha venido a hacer las cosas más sencillas. Un claro ejemplo, es todo lo que realizamos a través de dispositivos móviles y que antes era necesario realizar únicamente a través de nuestra presencia física. La propia pandemia vino a incrementar estas situaciones ya que en virtud del encierro físico al que nos tiene aún sujetos han motivado a los programadores a crear aplicaciones en el ciberespacio que nos permiten desde la comodidad de nuestro hogar realizar un sin número de actividades de este tipo. Para tales efectos, es decir, interactuar en este espacio virtual, es necesario contar con una identidad, sin la cual no podemos actuar en dicho espacio que hoy resulta vital para nuestra vida cotidiana.
Pero entonces, ¿qué es identidad para este espacio? Si bien podríamos tomar los elementos que tenemos en el mundo de lo físico para tratar de describirla y que en el mundo de lo digital podría ser más amplio porque depende del tipo de acciones que se efectúen en el ciberespacio.

Como hemos descrito antes, cada vez es más común llevar a cabo acciones mediante aplicaciones especialmente creadas para diversas clases de necesidades, lo cual conlleva una ayuda para la vida de las personas en diversos sentidos, no obstante, un aspecto que no podemos dejar de lado, es la seguridad de la identidad y la privacidad de datos que se manejan propiedad de las personas. Por esa razón, en estas materias se manejan cierto tipo de conceptos como autentificación para poder acceder a diversidad de plataformas en donde se solicita un nombre de usuario, el cual se vincula con una cuenta de correo electrónico para poder identificar a la persona y en adición se le requiere al usuario una contraseña para autentificar que se trate de la misma persona.
Debido a la constante presencia de ciberdelincuentes es que en la actualidad los sistemas de autentificación se han tendido que tornar más sofisticados, como es el caso de la autentificación biométrica, la cual es utilizada para verificar la identidad de un sujeto utilizando características únicas de su cuerpo, validando que dicho sujeto es quien dice ser, para que posteriormente, se valide contra una base de datos y llevar a cabo la acción que pudiera corresponder, por ejemplo, iniciar sesión en un tipo de servicio o bien proceder a realizar una operación financiera a través de un dispositivo electrónico.
Independientemente de cual fuera la acción, ya sea huella dactilar, facial y/o el empleo del iris que es la más reciente y moderna verificación de autenticación, la idea es evitar que los señalados ciberdelincuentes puedan lograr una doble identidad y defraudar a las empresas o instituciones que están detrás de los servicios económicos o financieros, y con ello, contribuir a una economía más sana y un sistema financiero más protegido.

Incluso las identificaciones que hoy en día las autoridades han implementado para evitar que los ciberdelincuentes utilicen falsas identidades cuentan con tecnologías de punta como el caso de la credencial de elector que es expedida por el Instituto Nacional Electoral, la cual cuenta con tres códigos QR, todos ellos con distinto propósito y que almacenan diferente información, es decir, un cifrado para que usuarios puedan acceder rápidamente a través de cualquier aplicación de lectura por medio de un smartphone a servicios como: identificar módulos de atención ciudadana o las casillas electorales cuando sean días de votación.
Asimismo, los otros códigos almacenan en conjunto 17 de los 26 datos que incluye la credencial, como pudieran ser entre otros: fecha de nacimiento, CURP, clave de elector, nombre(s), apellidos paterno y materno, domicilios, vigencia, fotografía, sexo etc. En éstos modelos que no son tan recientes de credencial de elector, ya se cifran éstos datos en código de barras (tabla de código tipo PDF-417 y los cifrados en código QR) como se aprecian en la ilustración siguiente.
La lectura de los datos antes señalados, la puede conseguir cualquier persona a través de dos clases de app que el INE ha dispuesto a través de Google Play y AppStore. La primera app denominada (INE), los usuarios pueden obtener datos esenciales como vigencia, clave de elector y la confirmación de que el INE emitió la credencial para poder votar. En la segunda app conocida como (valida INE-QR), los datos que se podrán obtener son el Código de Identificador del Ciudadano (CIC), el Reconocimiento Óptico de Caracteres (OCR), Clave Única de Registro de Población (CURP), nombre, apellidos, entidad, vigencia, tipo de credencial y fotografía. La finalidad de esto es facilitar a instituciones financieras y otras dependencias un servicio de confianza para autenticar la identidad del usuario, pero además, verificar que la credencial fue realmente hecha por el INE.


Con lo anterior, en mi opinión, se está logrando un gran avance en la identidad de una persona y ayuda a que las empresas y las entidades financieras puedan estar un poco más protegidas de la usurpación de identidad de sus clientes y/o usuarios, sin embargo, aún se debe caminar hacia lograr una plena identificación de las personas a través de los medios digitales, en la práctica de algunas entidades financieras el sector poblacional que atienden, suele presentar casos en que la credencial de elector no es el medio utilizado por los clientes o usuarios para lograr una plena identificación, ya sea porque se encuentra vencida, nunca se ha tramitado o simplemente se cuenta con otro medio de identificación que incluso es factible de ser aceptado porque la normativa aplicable así lo permite.
En estos casos y con el propósito de dar continuidad a los negocios, se ha trabajado en desarrollos internos que permiten generar algoritmos para distinguir de manera única a cada cliente o usuario de los distintos servicios existentes, con lo cual se logra la reducción de duplicidades, se evitan sanciones por los órganos reguladores y observaciones por los comités de auditoría; asimismo, se evitan fraudes por robo de identidad, se cuenta con un registro único de usuarios y se aumenta la eficiencia, productividad y simplicidad en las operaciones de éstas entidades financieras.
Nos parece que, interactuando con la propia sociedad, los personajes que realizan los avances tecnológicos y el derecho mismo, se logrará evitar situaciones de ciberdelincuencia en el sector económico y financiero.
Citas
[1.] William Gibson. Neuromante. Editorial Ace Books. 1 de julio de 1984.